Como en cualquier situación en la cual se tiene que tomar un rumbo correcto la profesión de la contabilidad tiene y merece fortalecer su ética ya que como se ha visto en muchos países como EUA y México, esta profesión se ha vuelto desafortunadamente mal vista en varios sentidos. Tal es el caso en EUA como Enron, WorldCom, Andersen entre otras empresas y firmas de la auditoría y contabilidad que tuvieron fuertes problemas financieros, tan es así que llegaron a desaparecer.
Actualmente las 4 firmas más poderosas en auditoría contable tienen graves problemas en España y en México no es la excepción. Esas compañías que representan para el contador y para el estudiante de la contabilidad ilusiones se vuelven desilusiones cuando se dan cuenta de que no son las «hermanas de la caridad». En México además de ello, tenemos un organismo altamente burocrático como lo es el SAT, pero el problema no es tanto la burocracia, sino el gran desprestigio que ha tenido a lo largo de sus años con trabajadores que se han dejado influenciar por los más ricos de México, cuando se supone que dicho organismo se debe de dedicar por mandato y Ley a recaudar más impuestos de las empresas más ricas de este país.
Es entonces cuando yo como contador me pregunto: si las leyes y la normatividad contable en México no se hacen valer en su sentido más estricto y amplio ¿porqué el contador público va a tener que hacer lo correcto en su empresa o con sus clientes? Esta dualidad surge porque desde niño se tiene de forma inherente una ética y moral que te hacen cuestionarte a lo largo de tu vida, pero cuando ves que el propio gobierno que impone las obligaciones y derechos de los mexicanos tiende a corromperse y se corrompe tu te dices ¿y yo porqué no?
Es pues en este sentido que como dice el analista político Alfredo Jalife «yo soy más amigo de la verdad que de mis amigos», lo cual me hace pensar y reflexionar que al final la verdad saldrá «al aire» y cuando salga, es cuando diremos: «morí siendo pobre, pero honesto».
¡Saludos!